LOS CAMBIOS EN NUESTRA FORMA DE FUNCIONAR

Los cambios en el cerebro, en la cultura y en el lenguaje, generan cambios en nuestra mente, y por lo tanto un cambio en el estado de las personas, en su estado mental. Así, nuestra mente es el reflejo de lo que ocurre en nuestro cerebro, en nuestro lenguaje y nuestra cultura.

En el cerebro, los medicamentos, al igual que la terapia, producen cambios en la estructura del cerebro a través de fenómenos químicos, especialmente en el lóbulo temporal.  Una psicoterapia exitosa puede producir modificaciones en el estado mental de la persona , que a su vez pueden generar cambios funcionales en la mente. 

En cuanto a la cultura comentar que no está ligada a un país en concreto de una cultura, sino más bien a una forma de percibir la realidad. A modo de ejemplo, pertenecer a la cultura de la pobreza no depende de la cantidad de dinero que la persona tenga si no que depende de a qué pautas culturales se adscriba la persona, que le hagan ser de la cultura de la pobreza aunque viva en una ciudad rica y moderna. Una persona de una cultura dominante, al contrario que las personas que viven en una cultura de pobreza o sumisa, tiene un alto concepto de sí mismos, cuando son exitosos piensan que son especiales y cuando les va mal piensan que fue por mala suerte, es decir atribuyen el éxito a un factor permanente y el fracaso al azar, al contrario que una persona que se adscriba a una cultura de pobreza. Estamos ante aprendizajes hereditarios que se suelen transmitir de generación en generación.

Gracias a las nuevas técnicas de imagen la ciencia pudo empezar a relacionar lo que ocurre en el sistema nervioso central con nuestra conducta. Por lo que podemos afirmar que los cambios son posibles cuando la persona está motivada hacia el cambio, que cambiar nuestra manera de pensar, sentir y actuar, puede producir cambios en nuestro cerebro. Estos cambios se verán reflejados en nuestro exterior, ya que al cambiar nuestra percepción del mundo, cambian también nuestro entorno.

En este sentido hay que distinguir a nivel terapéutico dos tipos de procesos de cambio, el cambio como proceso y el cambio como objetivo. El cambio como proceso es un trabajo profundo que hace la persona para conseguir una auténtica transformación de su ser. Es un cambio que motivado del interior de la persona, surge de una fuerte convicción en la persona en el cambio, de una necesidad que siente al poder ver, o intuir, un sentido en ese cambio. Este tipo de cambio suele requerir un trabajo más a largo plazo y no es un cambio lineal, la persona ira avanzando y se seguirá encontrando con obstáculos en su vida, sin embargo la percepción de esos obstáculos ya no será tan dolorosa, porque la persona entiende el sentido de lo que le ocurre y adquiere una nueva perspectiva de su lugar en el mundo y nuevas estrategias de afrontamiento..

En cuanto al cambio como objetivo, nos referimos a aquellos cambios que queremos realizar en un aspecto concreto, por ejemplo en algún hábito o estilo de vida, o en algún área en concreto de nuestra vida. Suelen ser cambios que vienen motivados por alguna imposición que viene de afuera y que nos obliga a realizar cambios en nuestro interior, sea para dejar de sufrir o para cumplir con algo que nos reclama el exterior. Este proceso de cambio nos puede costar más esfuerzo, porque nos viene impuesto de afuera y no tenemos esa convicción tan fuerte de necesidad de cambio, ya que no lo hemos decidido nosotros. 

En cualquier caso, empezar con un cambio objetivo, nos puede llevar en el futuro a cambios más profundos. Si bien cada persona es diferente, al realizar un cambio y ver sus mejoras en nuestra vida, a raíz de los esfuerzos que vamos realizando nos hará más conscientes de ese poder magnífico que tenemos como humanos. Esa capacidad de decidir cómo vivir nuestra vida, cómo vivir según nuestros valores y cómo relacionarnos desde el amor con las personas que nos rodean. Esta experiencia nos dará un sentimiento de paz y serenidad que compensará todos nuestros esfuerzos en el camino de la transformación.

El cambio por objetivo

Todos nos hemos encontrado ante la necesidad de querer hacer un cambio de algún comportamiento, pensamiento o emoción que es nocivo para nuestra vida. estos comportamientos nos hacen la vida más difícil a nosotros y pueden afectar negativamente a las personas de nuestro entorno.

En algunas personas, el querer cambiar un aspecto concreto de su comportamiento tiene su origen en el miedo. Esos miedos que tienen sus raíces bien fuertes y profundas ancladas en el subconsciente. La buena noticia es que cambiar de hábitos o de comportamientos, si bien no es una tarea fácil, es posible. Valiéndonos de la motivación, los recursos propios de la persona, sus habilidades y capacidades para hacer frente al proceso, y la guía de un especialista en el proceso de cambio, será posible conseguir los cambios que anhelamos.